Proyecto Comunitario
Los Cuatro Elementos/Atardecer – Profesores de telesecundaria/Staff Casa Wabi/Padres de familia de Escuela Primaria “Lázaro Cárdenas” las Negras
Llegué a Casa Wabi sin ideas preconcebidas ni ningún proyecto en mente. Mi intención era sentir el espacio y el entorno, conocer gente de las comunidades locales y encontrar posibilidades para explorar y compartir lo que valía la pena.
Poco después de mi llegada, me influenció la arquitectura y la presencia abrumadora de la naturaleza, el poderoso mar y su sonido, el viento, la tierra, los amaneceres y atardeceres ígneos, lo que me inspiró a trabajar en torno a la idea de los Cuatro Elementos.
Entonces comencé mi primer proyecto, pensado para reunir a varios miembros de diferentes comunidades en Casa Wabi, para experimentar una actividad sensorial basada en el mindfulness: una actividad de dos horas, guiada por la conciencia del momento presente para concentrarse, uno a uno en la percepción del aire, el agua, la tierra y el fuego para aumentar las habilidades creativas de cada individuo. Manteniendo momento a momento la conciencia de nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones corporales y entorno. Realizamos varias sesiones y la respuesta fue más optimista de lo que había anticipado, y sentí una gran felicidad al final de cada sesión.
Luego, en medio de mi residencia, escuché que la escuela primaria de la comunidad de Las Negras buscaba una intervención en su fachada. Para mí fue fascinante, y fue el proyecto complementario perfecto, algo que hacía tiempo que quería hacer, mejorar el aspecto visual de un lugar, en este caso, un mural en el que se podían ejecutar ideas de color y forma. El proceso fue rápido una vez que visité la escuela: dibujé la idea en unos minutos, casi instintivamente, como si ya supiera lo que tenía que hacer, aunque la fachada no fuera fácil. Presentamos la idea al director de la escuela y a los padres, quienes se involucraron con la idea e inmediatamente comenzaron a preparar y organizar. Fue muy emocionante cuando los padres se presentaron con gran entusiasmo el último día de pintar con bandejas, baldes, rodillos y pinceles.
Trabajamos juntos durante unas horas y terminamos antes de lo que pensaba, una tarde alegre, un proyecto hecho para la escuela que llevaron a cabo ellos. Estaba muy feliz con el resultado final, y especialmente por ellos.
Trabajar en Casa Wabi y con las comunidades fue una experiencia extraordinaria. Al final, tuve la oportunidad de trabajar en dos proyectos diferentes con comunidades locales y conocí a muchas personas notables. Me complació ver que los proyectos tenían algo en común; se inspiraron en los cuatro elementos y las fuerzas naturales del entorno, donde los atardeceres jugaron un papel fundamental en las decisiones estéticas. Ambos proyectos estaban alineados con la idea del minimalismo y los principios zen dictados por la arquitectura y la filosofía de la Casa Wabi.
Llegué a Casa Wabi sin ideas preconcebidas ni ningún proyecto en mente. Mi intención era sentir el espacio y el entorno, conocer gente de las comunidades locales y encontrar posibilidades para explorar y compartir lo que valía la pena.
Poco después de mi llegada, me influenció la arquitectura y la presencia abrumadora de la naturaleza, el poderoso mar y su sonido, el viento, la tierra, los amaneceres y atardeceres ígneos, lo que me inspiró a trabajar en torno a la idea de los Cuatro Elementos.
Entonces comencé mi primer proyecto, pensado para reunir a varios miembros de diferentes comunidades en Casa Wabi, para experimentar una actividad sensorial basada en el mindfulness: una actividad de dos horas, guiada por la conciencia del momento presente para concentrarse, uno a uno en la percepción del aire, el agua, la tierra y el fuego para aumentar las habilidades creativas de cada individuo. Manteniendo momento a momento la conciencia de nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones corporales y entorno. Realizamos varias sesiones y la respuesta fue más optimista de lo que había anticipado, y sentí una gran felicidad al final de cada sesión.
Luego, en medio de mi residencia, escuché que la escuela primaria de la comunidad de Las Negras buscaba una intervención en su fachada. Para mí fue fascinante, y fue el proyecto complementario perfecto, algo que hacía tiempo que quería hacer, mejorar el aspecto visual de un lugar, en este caso, un mural en el que se podían ejecutar ideas de color y forma. El proceso fue rápido una vez que visité la escuela: dibujé la idea en unos minutos, casi instintivamente, como si ya supiera lo que tenía que hacer, aunque la fachada no fuera fácil. Presentamos la idea al director de la escuela y a los padres, quienes se involucraron con la idea e inmediatamente comenzaron a preparar y organizar. Fue muy emocionante cuando los padres se presentaron con gran entusiasmo el último día de pintar con bandejas, baldes, rodillos y pinceles.
Trabajamos juntos durante unas horas y terminamos antes de lo que pensaba, una tarde alegre, un proyecto hecho para la escuela que llevaron a cabo ellos. Estaba muy feliz con el resultado final, y especialmente por ellos.
Trabajar en Casa Wabi y con las comunidades fue una experiencia extraordinaria. Al final, tuve la oportunidad de trabajar en dos proyectos diferentes con comunidades locales y conocí a muchas personas notables. Me complació ver que los proyectos tenían algo en común; se inspiraron en los cuatro elementos y las fuerzas naturales del entorno, donde los atardeceres jugaron un papel fundamental en las decisiones estéticas. Ambos proyectos estaban alineados con la idea del minimalismo y los principios zen dictados por la arquitectura y la filosofía de la Casa Wabi.
