Proyecto Comunitario
Sin Título
La premisa de los encuentros de trabajo artístico que se organizaron con el Centro de Niños Autistas de Puerto Escondido y con la C.A.M. Rio Grande fue pensar el arte como un lazo social, como una forma de conversación. Trabajar con relación al ámbito de lo que se denomina “discapacidad” puede ser una excusa para cuestionar la normalidad que muchas veces nos oprime.
Conocer ambos espacios educativos y pensar en sus carencias y potencial con relación al contexto específico de la Costa de Oaxaca me hizo reforzar la convicción de que es necesario consolidar espacios de trabajo artístico y educativo liberados del tiempo y las expectativas normativas.
¿Qué puede pasar cuando estas conversaciones a través del arte no pasan necesariamente por un lenguaje estandarizado y cuestionan el estigma y el diagnóstico? En esos momentos surge el poder de la sonrisa, de las miradas cómplices, el poder de la timidez, la posibilidad de expresarse con otras partes del cuerpo, imitar o rechazar el gesto propuesto por el otro. Piensa con tus manos, codos, rodillas. Inventa un lenguaje solo para nosotros. Haz cosas que solo existen por un tiempo. Piensa de todos modos. Ni siquiera pienso. Se trata de asumir la propia vulnerabilidad como escenario y punto de partida de nuestra sensibilidad y pensamiento.
Con los niños y jóvenes que participaron de estos encuentros se generaron lazos momentáneos indefinibles, relaciones que desafían los límites del lenguaje, el arte, la educación y la inclusión. Más allá de señalar y medir nuestros objetivos específicos y el alcance de nuestra producción, personalmente me quedo con la profunda experiencia de estar juntos, conocernos, debajo de un árbol, con las manos llenas de tierra, intentando navegar ese mar misterioso de lo que podemos tener en común.
Como conclusión de estos talleres quedo con la certeza, el compromiso y la invitación de que lo importante en estas iniciativas es QUEDARSE, QUEDARSE Y HACER COSAS. Ni mas ni menos.
La premisa de los encuentros de trabajo artístico que se organizaron con el Centro de Niños Autistas de Puerto Escondido y con la C.A.M. Rio Grande fue pensar el arte como un lazo social, como una forma de conversación. Trabajar con relación al ámbito de lo que se denomina “discapacidad” puede ser una excusa para cuestionar la normalidad que muchas veces nos oprime.
Conocer ambos espacios educativos y pensar en sus carencias y potencial con relación al contexto específico de la Costa de Oaxaca me hizo reforzar la convicción de que es necesario consolidar espacios de trabajo artístico y educativo liberados del tiempo y las expectativas normativas.
¿Qué puede pasar cuando estas conversaciones a través del arte no pasan necesariamente por un lenguaje estandarizado y cuestionan el estigma y el diagnóstico? En esos momentos surge el poder de la sonrisa, de las miradas cómplices, el poder de la timidez, la posibilidad de expresarse con otras partes del cuerpo, imitar o rechazar el gesto propuesto por el otro. Piensa con tus manos, codos, rodillas. Inventa un lenguaje solo para nosotros. Haz cosas que solo existen por un tiempo. Piensa de todos modos. Ni siquiera pienso. Se trata de asumir la propia vulnerabilidad como escenario y punto de partida de nuestra sensibilidad y pensamiento.
Con los niños y jóvenes que participaron de estos encuentros se generaron lazos momentáneos indefinibles, relaciones que desafían los límites del lenguaje, el arte, la educación y la inclusión. Más allá de señalar y medir nuestros objetivos específicos y el alcance de nuestra producción, personalmente me quedo con la profunda experiencia de estar juntos, conocernos, debajo de un árbol, con las manos llenas de tierra, intentando navegar ese mar misterioso de lo que podemos tener en común.
Como conclusión de estos talleres quedo con la certeza, el compromiso y la invitación de que lo importante en estas iniciativas es QUEDARSE, QUEDARSE Y HACER COSAS. Ni mas ni menos.
