Habitación
Elisa Pinto
26 de abril – 6 de julio
¿Existe algún lugar más desapercibidamente significativo en nuestras vidas que la habitación en la que crecimos—el espacio en el que jugamos y conversamos, pensamos, leímos y susurramos sueños en la oscuridad, tanteando a ciegas los rituales que nos convierten en personas; en el que el mobiliario mental que nos define asumió una disposición coherente; y en el que, al despertar, asumimos la conciencia específica y autoconsciente que constituye un yo?
Para mí, eso ocurrió acostado en la cama, mirando el papel tapiz feo de los años setenta (rayas irregulares, en colores imperfectos de arcoíris) que cubría una de las paredes de mi habitación de la infancia. Fue alrededor de los diez años (¿?), bajo ese patrón poco prometedor, cuando creo que ocurrió el emplazamiento de la personalidad (¿implantación psicológica?). No hay nada de lo que sentía al ver pasar aviones rumbo al Aeropuerto Internacional de San Francisco por la gran ventana panorámica de esa habitación que no pueda recordar. Y me costaría poco trabajo reproducir con precisión el escenario físico de las puertas corredizas del clóset, montadas sobre un riel pegajoso. O recuperar las emociones almacenadas en el desorden de objetos que se fueron acumulando ahí—como el león de cuerda que tocaba You Are My Sunshine, cuya melena de estambre amarillo mostaza solía meterme en la nariz sin ninguna conciencia apenas uno o dos años antes.
Elisa Pinto (Aguascalientes, México, 1985) trabaja generalmente de forma autobiográfica. Esta presentación en forma de boceto de su habitación incluye una selección enigmática y cuidadosamente restringida de elementos. Las inclusiones hacen referencia al contenido emocional de la memoria de los objetos, las personas y las relaciones—su presencia y su ausencia—y al escenario espacial general de vida que constituyen, en y por el cual ella fue formada. El elemento dominante es la tubería de cobre que delimita el espacio y sugiere que lo más importante es aquello que circula fuera de vista. Mientras que el elemento más visible es una persiana vertical con efecto tie-dye, en la que toda esa emoción parece concentrarse en un océano hirviente de color, como de efectos especiales. Las dimensiones de la habitación son precisas. Al igual que la herramienta de modelado que Elisa utilizó para planear la instalación de Habitación de forma virtual. Probó todas las orientaciones concebibles para lograr que su espacio encajara perfectamente dentro de este otro espacio, cosa que no logra. Somos el producto de muchos entornos, pero una vez construidos, no somos fácilmente contenidos.
– Dakin Hart