Cavar estanques y amontonar montañas

Alejandra Venegas

Agosto 2019
Fundación Casa Wabi presenta la tercera muestra del ciclo de exposiciones 2019 en Casa Santa María. Cavar estanques y amontonar montañas, de la artista Alejandra Venegas (Ciudad de México, 1986).

La palabra china para paisaje, shanshui, significa literalmente “montañas y agua”, y la expresión común para diseñar un jardín, traducida literalmente, es “cavar estanques y amontonar montañas”. Alejandra Venegas explora la creación de un entorno natural a partir de la simpleza de la línea.

Para la antigua cultura china, los montes forman el esqueleto de la tierra y los arroyos sus arterias, del mismo modo, en un jardín las rocas son la estructura ósea y el agua el pulso vital. La representación del espacio infinito en un terreno limitado era la principal idea de los jardines, delimitados por paredes dentro de alguna propiedad. Los paisajistas chinos se las arreglaban para infundir tanta confusión como fuera posible en el visitante acerca de cómo entró, dónde se encuentra y cómo va a salir y a la vez generar tanto disfrute y tanta serenidad, donde el espacio de un pequeño jardín pareciera extenderse indefinidamente.

Se buscaba que estos jardines fueran espacios de evasión, de fuga, sueño, libertad y fantasía; fragmentos del cosmos; lugares privilegiados en donde no hubiera ni semillas ni cosechas, ni veranos ni inviernos; sucesiones de punto de vista en donde nada fuera previsible, en donde el paseante iría de descubrimiento en descubrimiento; espacios armoniosos en donde todo sería remodelado para excitar la imaginación.

La contemplación de la naturaleza provoca un sentido latente de unidad y en este ejercicio, Venegas nos regala un jardín, un paseo donde el horizonte a veces está justo enfrente y otras muy lejano, donde las montañas y el agua fluyen indistintamente. A partir de la abstracción de la línea vemos ese fluir sencillo y balanceado entre la dualidad de la materia. Desde papeles ligeros hasta relieves en madera que operan como estructura, materia y vida, generando un recorrido inesperado que invita a la contemplación. Lo maravilloso de un jardín chino reside en su simplicidad, en su aptitud para ser contemplado y en el poder de evocación de sus rocas, que se asemejan a esculturas o pinturas abstractas. En los dibujos presentados existe una estrecha relación entre lo curvo y lo recto. Lo curvo existe en lo recto y viceversa, y por ello deben coexistir con armonía y facilidad. Cavar estanques y amontonar montañas forma parte de un ejercicio de paisaje abstracto, observación y movimiento, los dibujos no sólo se limitan a ser una mera reproducción de la naturaleza en plano, son una interpretación poética, con su propia energía vital, que invita a la deriva y la reflexión sobre los límites de la representación de la naturaleza.
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