Le poisson vient avec la pluie (El pez viene con la lluvia)
Rachel Marsil
Julio 12 a Septiembre 27
La propuesta original de Rachel Marsil para la exposición en Casa Wabi se titulaba J’entends l’orage (Oigo la tormenta). Inspirada por las lluvias en Dakar, Senegal, buscaba evocar la experiencia de atravesar una tormenta: refugiarse con seres queridos y esperar el regreso de los “días hermosos”. Aunque la lluvia es una experiencia común, esas tormentas eléctricas que oscurecen el cielo en segundos, descargan torrencialmente y desaparecen dejando humedad y olor a tierra mojada, son propias de los trópicos. La posibilidad de vincular la Ciudad de México con otras regiones a través de una cultura ambiental compartida resultaba irresistible.
Al reflexionar sobre los trópicos como una comunidad global activada por una experiencia empírica profunda y compartida, Marsil se interesó cada vez más por vivencias específicas de la lluvia: cómo la lluvia torrencial fomenta la intimidad y la comunidad al obligarnos a refugiarnos juntos; cómo el ritmo de vida en esta franja cercana al ecuador se reorganiza en torno a los aguaceros diarios. Al pensar en ello, se sintió atraída por las nociones de recogimiento y renovación que entrelazan nuestra experiencia del entorno con la vida cotidiana.
Durante una residencia en Uagadugú, Burkina Faso, Marsil escuchó decir de una mesera algo que resonó con esas ideas: “Le poisson vient avec la pluie” (“El pez viene con la lluvia”). Esa frase, que también remite a relatos familiares y se enlaza con su imaginario simbólico, se convirtió en el nuevo título de la exposición. La expresión alude a que durante la temporada de lluvias, se dice que los peces caen del cielo. Pero ahí —a diferencia del “lloviendo a cántaros” en español, “raining cats and dogs” en inglés o el “pleut des cordes” en francés— no se trata solo de una figura retórica. Bueno, sí lo es, pero es también metáfora de una realidad biológica.
En varias regiones del África Occidental donde las estaciones seca y lluviosa están muy marcadas, el pez pulmonado (protopterus annectens), aparece con las primeras lluvias del verano sobre suelos que antes estaban completamente secos, como si hubiera caído del cielo. En realidad, es un pez que entra en estivación para sobrevivir la estación seca bajo tierra. Cuando los ríos, arroyos, lagos y estanques se secan a fines del otoño, el pez pulmonado excava profundamente en el lodo, se pliega sobre sí mismo, y espera a que regresen las lluvias. Cuando cae suficiente agua, realiza el acto mágico de emerger, ya adulto, de la tierra. Y cuando se acumula suficiente agua, regresa a nadar, alimentarse y reproducirse: la vida cotidiana de un pez de agua dulce.
Su capacidad de adaptación y resiliencia parecen dignas de mención en el clima que hemos creado. En Brasil dicen: “Quem não se molha, não atravessa a chuva”, que vendría a ser algo como “quien no se moja, no atraviesa la lluvia”.
Dakin Hart